el 56% de los argentinos tenemos descendencia indígena en nuestro ADN
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El rostro, como lo supo plasmar Bacon [3] no es algo fijo. El rostro, el de los otros
tanto como el nuestro, cambia, se deforma, se esfuma. Ninguna imagen puede darnos la idea del todo. Una foto no lo abarca. Se adhiere a lo real, pero no lo devela. De ahí la
imposibilidad baconiana de completar el retrato de un hombre. De allí que haya que interrogar ¿Cómo realizar un retrato de un hombre que posee una identidad en fuga? ¿Hay posibilidades ciertas de fijar una imagen en medio del vértigo, en el fluir de las nuevas sociedades líquidas? Los juegos de lenguaje habituales fracasan ante las experiencias del origen y los intentos de reconocimiento identitario. Quien desea avanzar en este punto entra necesariamente en el terreno fronterizo entre descubrimiento o invención. Así sólo será posible fijar una imagen anclada a una identidad por medio de nuestra auto-narración, de la invención de sí, a través de esa mirada bizca hacia la tensión entre lo que hemos sido y lo que buscamos ser. Todo hombre se construye así, por sus palabras, por lo que dice y se dice de sí mismo. El relato de un hombre sobre sí mismo es lo único que poseemos para re-construirlo.

Ensayo: Rostros y espacio interfacial; hacia una teoría del retrato en Sloterdijk
Adolfo Vásquez Rocca

http://www.enfocarte.com/7.33/rocca.html
La referencia significante debe, pues, ser ideal -y la identidad no es más que el poder
asegurado de la repetición- para referirse cada vez a lo mismo. Por eso el Ser es la
palabra-clave de la repetición eterna, la victoria de Dios y de la Muerte sobre el vivir.
Como Nietzsche (por ejemplo en El nacimiento de la filosofía...) Artaud rehúsa a que se
subsuma la Vida bajo el Ser e invierte el orden de la genealogía: «En primer lugar, vivir
y ser según la propia alma, el problema del ser no es más que la consecuencia de
aquello» (9-1945). «No hay mayor enemigo del cuerpo humano que el ser»(9-1947). Algunos otros inéditos dan valor a eso que llama Artaud con propiedad «lo más allá del
ser» (2-1947), manejando esa expresión de Platón (que Artaud no dejó de leer) en un estilo nietzscheano. Finalmente la Dialéctica es el movimiento por el que el gasto se recupera en la presencia, es la economía de la repetición. La economía de la verdad. La repetición resume la negatividad, recoge y guarda el presente pasado como verdad, como idealidad. Lo verdadero es siempre aquello que se puede repetir. La no-repetición, el gasto resuelto y sin retorno en la única vez, que consume el presente, debe acabar con la discursividad acobardada, con la ontología ineludible, con la dialéctica, «pues la dialéctica [una cierta dialéctica] es lo que me ha perdido...» (9-1945).

http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/artaud_1.htm
En un primer momento, la concepción científica se confronta con el sistema de valores
sociales resultando una elección de entre sus elementos. La naturalización otorga a la
representación social el carácter de evidencia válida: se convierte en una "teoría profana" autónoma que sirve para categorizar las personas y sus comportamientos.

Ensayo: La teoría de las representacionessociales de Serge Moscovici
Martín Mora
Universidad de Guadalajara (México)

http://www.academia.edu/214897/La_Teoria_de_las_Representaciones_Sociales_de_Serge_Moscovici
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Zubimendi subraya la importancia de la diferenciación como elemento necesario para la identificación “Si la identificación es la plasmación de la identidad y la identidad es algo propio de cada cosa aisladamente considerada y no tiene nada que ver con la alteridad o la diferencia, tan informativas serían las características del primer caso como las del segundo. Sorprendentemente resulta que no es así: para identificarlo lo mejor es señalar la diferencia con respecto los otros”.

A partir de aquí, Zubimendi abre un interrogante: No podemos identificar positivamente a los otros pero ¿Uno mismo se puede identificar? ¿Podemos decir quien somos, entonces?

A lo largo de la historia a cada concepción del sujeto le ha pertenecido una concepción colectiva, en cada época la colectividad se ha encargado de posicionar la identidad. La primera concepción esencialista del sujeto se le asocia a la concepción de pueblo elegido, ya que cada uno tenía sus dioses, su lenguaje (considerado el original en contra del que “balbuceaban” los bárbaros) y una apreciación en decidir lo que era humano y lo que no.

La secularización radical nos lleva hasta el día de hoy, en el que ya no se escriben este tipo de novelas porque la historia se muestra hacia los individuos como fragmentada, y éstos, sumidos en los procesos de globalización, corrompen en un caos de despersonalización en el que cualquier posición no explicable bajo términos cuantitativos, preferiblemente económicos, es deslegitimado como mitológica. Zubimendi considera que “Ya no somos ni la identidad fija de una esencia ni la unidad estética de un proceso” sino que nuestra identidad está formada por la interiorización de imágenes de los otros, “de los supuestamente diferentes que a su vez se identifican a partir de otros.”

“La identidad se aplica a todo. Se exige que cada cosa sea ella misma” (Zubimendi, Identidad y diferencia, 1993) Florencia Vilac.
https://identidadeshibridas.wordpress.com/2013/11/04/identidad-y-diferencia/
“cuando se habla de la identidad de un sujeto individual o colectivo hacemos referencia a procesos que nos permiten asumir que ese sujeto, en determinado momento y contexto es y tiene conciencia de ser el mismo y que esa conciencia de sí se expresa (con mayor o menor elaboración o awareness) en su capacidad para diferenciarse de otros, identificarse con determinadas categorías, desarrollar sentimiento de pertenencia, mirarse reflexivamente y establecer narrativamente su continuidad a través de transformaciones y cambios” (De la Torre, C., 2001, p.82).
“espacios socio-psicológicos de pertenencia que implican la existencia de: … características o elementos comunes que identifican y diferencian a un grupo de individuos de otros, …una “conciencia colectiva” o “representación compartida” entre los miembros de tales agrupaciones, de que esos elementos o características los distinguen y diferencian, … un sentimiento de pertenencia a la agrupación social y, el conocimiento de dicha pertenencia junto a su significado valorativo y emocional” (De la Torre, C., 2001 en Marcos, B., 2009).